Parece ser cada vez más frecuente escuchar a algún amigo o conocido hablar de la última cerveza artesanal que probó. También son cada vez más los que apuestan por ofrecer alguna variedad de cerveza artesanal para atraer público. Pero, ¿qué es lo que hace que una cerveza artesanal sea realmente una cerveza artesanal?
La cerveza ha sido elaborada a través de diversos métodos a lo largo de la historia. Durante siglos, la cerveza fue representativa de su geografía y su época, como también de la persona o cervecería que la elaboraba. Los tipos de cerveza se elaboraban según la temporada o la festividad y el volumen de producción respondía a la escala humana de trabajo y los métodos rudimentarios propios de la época. Entrado el siglo XVIII el proceso conocido como industrialización no se mantuvo ajeno a la producción cervecera.
¿Tenemos ya identificada a la cerveza industrial? Es la clásica lata o botella que encontramos en el supermercado o en la boti del barrio. Es muy probable que la primera vez que te enfrentaste a una cerveza, haya sido una de estas. Y flaco favor te hicieron. Ahora bien, el que este tipo de cervezas sea tan consumido se explica, por un lado, porque tienen una mayor disponibilidad y menor precio, y por otro lado porque sus sabores relativamente planos y poco aventureros apuntan a un público más masivo. Podemos decir que una cerveza estándar solo podría entregarte una experiencia estándar.
Las lógicas industriales encontraron un lugar en las pequeñas cervecerías deseosas de expandir su capacidad productiva y refinar sus métodos de elaboración y distribución. La posterior emergencia de la economía de mercado y la globalización son las responsables de la idea que tenemos en torno a la cerveza hoy: logotipos en camisetas de fútbol, carteles de neón, estantes repletos de six-pack’s y twelve-pack’s, calendarios con chicas en bikini, DJ sunsets y un largo etc. La gran industria se encargó de estandarizar y distribuir el producto, siempre buscando el proceso más eficiente y la imaginería más atractiva. La identidad o la autoría de la cervecería, pasa a ser reemplazada por una marca y una imagen corporativa, y los procesos manuales involucrados en la elaboración de cerveza son reemplazados por procesos industriales capaces de generar una mayor cantidad de cerveza en menor tiempo. ¿Es esto malo? Más o menos. ¿Es mejor la cerveza artesanal? Pues, no necesariamente, aunque la balanza se inclina favorablemente a su lado. Hay cerveza industrial de muy buena calidad, como también hay muy mala cerveza artesanal.
¿Cómo distinguimos una cerveza artesanal de una industrial?
Más arriba ya discutimos algunos criterios como el volumen/tiempo en la elaboración, los ingredientes según geografía/temporada y el carácter tradicional/manual de los métodos de elaboración y receta. Al no ser un proceso automatizado, podríamos deducir cierta inconsistencia en el producto a través del tiempo debido a que está hecho a escala humana, además de estar abierta a la intervención creativa del cervecero. Otro punto comúnmente discutido es la utilización de aditivos artificiales en la elaboración, como reguladores de acidez y dureza del agua, floculantes para manipular la sedimentación, dextrosa (glucosa pura) durante el proceso de carbonatación e incluso, en algunos casos, el uso de sulfitos durante el proceso de fermentación.
Al enfrentarnos a una o distintas cervezas artesanales podemos esperarnos muchísimas cosas, ojalá solo gratas sorpresas. Pero a grandes rasgos deberíamos encontrar lo siguiente: un líquido denso, burbujeante, aromático a cierta distancia y algo más compleja al paladar que una cerveza del supermercado; dentro de la boca, se debieran distinguir sabor y amargura la una de la otra y su relación debiese generar nuevas sensaciones a medida que la tragamos. Los sabores pueden recordarnos a los ingredientes utilizados en la cerveza o darnos ciertas pistas sobre estos. También notarás que es una bebida más contundente y no necesitarás tomar grandes cantidades para sentirte satisfecho.
Aún sigue siendo algo impreciso, profundicemos: ¿qué tal su transparencia? ¿Ves a través del líquido o te parece turbio? Quizás puedas distinguir algún sedimento vegetal flotando en el vaso. Mueve el vaso, quizá aflore algún aroma. Y ¿qué tal la espuma y las burbujas? ¿Abundante o escasa? ¿Espesa o liviana? En este caso, más no significa mejor necesariamente; lo que prima es la armonía entre los distintos elementos que componen una buena cerveza: cuerpo, color, aroma y espuma. Al parecer, lo que distingue a la cerveza artesanal es su autenticidad, es la búsqueda de una identidad propia o cultivar una tradición en particular.
En definitiva, para distinguir una cerveza artesanal hay que salir al mundo a beberlas; buenas, malas, más o menos, pero probarlas. Es un asunto de experiencias. Y con 1Galón queremos recordarte que también podemos proveerte de todo lo necesario para cocinar cerveza en la comodidad de tu casa y asesorarte durante el proceso, dándote la oportunidad de explorar el mundo de la cerveza artesanal como protagonista y no solo como un espectador.